Paradoja: tomarte un PCR o contagiarte en el intento

Laboratorio PCR protocolo aforo

¿A qué hora acostumbras a partir tu día? ¿6, 7 de la mañana? En cierto laboratorio de Providencia cerca de las 6 de la mañana comienzan a llegar los primeros pacientes a iniciar una fila para una atención que comienza alrededor de las 8am. ¿Cesfam? ¿Hospital público? No, un Laboratorio privado, Labocenter. 

A las 7.30 am desembarqué en el Metro Salvador. Las mañanas en Santiago son siempre agitadas, más un día lunes de vida (casi) normal. Pensaba en cuántas personas habría antes que yo; ojalá no más de 20 o 30”, optimista. Avenida José Manuel Infante, y sus hermosas construcciones, veredas angostas y centenarios árboles enmarcan este laboratorio en los albores de la comuna. 

En noviembre de 2020, también me había tomado el PCR allí, y a pesar de que había una fila en la calle que recorría fácil 50 metros, la espera no fue larga, mi optimismo y mi calma se acrecentaban al no verla  desde lejos. 

Al llegar, 7.38 am no percibía mucho movimiento. En el patio delantero del edificio por lo menos unas 20 a 25 personas sentadas, separadas con un asiento de distancia (muchos sentados juntos sin distanciamiento). 

Pensé “ah, tal como pensaba, pocas personas y que bueno que estén esperando fuera, con ventilación natural, no más fila en la calle”. Al ingresar, veo que en el hall central hay otras 10 a 15 personas sentadas, y los mesones para pagar el bono, nada fuera de lo común. Luego, un trabajador del laboratorio me dice pase por la puerta a hacer la fila”.

Al avanzar veo con horror un patio de estacionamiento de unos 10 metros de ancho por 120 de largo (aproximado) techado en su mayoría, bastante sofocante; a pesar de que por ambos costados era abierto. O sea, muy poca ventilación adecuada para evitar la circulación del Coronavirus. 

Allí en la fila, existía una confusión relacionada a quién era el último, ya que esas personas estaban en el costado equivocado. Al ingresar más personas junto a mí, se produjo una confrontación, muchas voces disonantes, variados acentos y lenguas, gracias a eso pude percibir que la mayoría en la fila eran foráneos (venezolanos, colombianos, peruanos, brasileños, argentinos) y un porcentaje menor, chilenos. 

Para zanjar la disputa, un improvisado coordinador de pacientes del laboratorio salió a ordenar. Muchos reclamos, muy poca distancia física. Otros, lamentablemente, se bajaban la mascarilla para hablar más fuerte y podía ver como la saliva salía expulsada de sus bocas, desapareciendo en el aíre, pasando a ser, gotículas, aerosoles… ¿y si una de esas personas era asintomática? 

Para protegerme decidí permanecer alejado mientras se re ensamblaba esta cuncuna humana. Una vez terminado el problema tome posición al final de esta. Allí, y en mi desesperación por ver tantas personas juntas en un espacio poco seguro, empecé a buscar otra alternativa de donde realizar el PCR. 

Todas las opciones que encontré por la red eran con reserva de hora, y separando horarios para personas con” o sin” síntomas Covid-19, pero nada para hacer el examen ese mismo día. Luego de un rato me rendí, por lo menos sabía que los resultados estarían en 24 horas. Para que entiendan el contexto de mi ida a la toma de PCR, tenía que realizarme una intervención quirúrgica, el miércoles de esa misma semana, la cual requiere PCR obligatorio 48 a 72 horas de antelación. 

En mis horas de espera, puse atención a varios detalles, traté de contar a las personas que estaban en ese espacio antes que yo, y eran por lo menos unas 70 a 80 personas, sin contar a los que ya estaban dentro, y a las que habían llegado después que yo. Mujeres y hombres de todas las edades, embarazadas, personas mayores, niños pequeños, etc. 

Observé que no había indicaciones gráficas de autocuidado, ningún cartel que indicara aforo máximo, solo el coordinador de pacientes que hacía pasar del estacionamiento al patio delantero (entregando el preciado número de atención) y luego al hall central. Solo vi líneas separadores en el piso, que muy pocos advertían. 

Cada cierto rato, entraban por el estacionamiento autos con trabajadores del laboratorio, algunos; por su envergadura; obligaban a las personas a apegarse a la muralla para no ser pasados a llevar por los vehículos. Muchos rostros de incomodidad, de disgusto, y pasaban las horas. 

Entonces escuché (voluntariamente) las conversaciones de los que estaban más cerca. “¿Y podríamos cancelar el vuelo si tenemos Covid?”, Espero el aeropuerto no esté muy lleno”, ven para acá a hacerte el PCR, los resultados están para mañana”, llama para ver si acumulamos puntos al viajar”. 

Nuevamente me asusté al pensar que no sabía si las personas a mi alrededor tenían síntomas, advertí que muchos iban a ese centro médico porque necesitaban viajar, de vacaciones, o a ver familiares. Pero ¿cómo saber quién portaba el virus allí? ¿Cómo haría este laboratorio para controlar los contagios que produciría esta aglomeración descontrolada en su estacionamiento?, preguntas que hasta hoy, no tienen respuesta.

Cerca de las 10.30 am obtuve mi número : el 108, y pasé a tomar asiento en el patio delantero. 

Escuché a un señor de tercera edad hablando decepcionado por teléfono Hijo, estoy desde las 7 y cuarto, y tengo recién el número 100 y no tengo idea si alguien esta contagiado acá o no”. El señor se daba cuenta exactamente de mi inquietud. Como es costumbre, no todos los pacientes tomaban los resguardos necesarios, muchos con la mascarilla en el mentón, en la nariz, o de adorno. 

La cantidad de personas allí era enorme, ya que el estacionamiento habían nuevamente otras 70 a 80 personas, sin contar a los sentados en el patio delantero y a los que esperaban pagar el bono. 

Recordé que días atrás había llamado por teléfono a este laboratorio para saber información y valores, venga temprano porque solo damos 150 números desde las 7 y media de la mañana”. Falso, a ojo aproximado, siendo las 10.30 am ya habían allí 150 personas y habían salido unas 50 a 60 más, con una lágrima en cada ojo.

A las 11.45 am por fin salí de allí, a más de 4 horas de mi llegada. Quizás lo más rápido y correcto de Labocenter, es la toma propiamente tal del PCR, doloroso pero certero. 

Al observar por última vez el hall central, vi a una persona evidentemente incómoda, y bastante pálida, y muchos rostros de agotamiento, el estacionamiento aún con personas, y el patio delantero lleno.

¿Qué hace Labocenter para evitar contagios entre pacientes?: bastante poco según mi experiencia. Mi sensación es que se privilegiaba un servicio atención al por mayor, con baja inversión en la  prevención y seguridad de los pacientes. Pensé,  si me contagio aquí ¿qué me dirán? ¿lo lamentamos mucho, aunque no se preocupe, su PCR es negativo?”

¿Cuántos contagios por contacto estrecho saldrán de este tipo de laboratorios? 

En Hospitales y Cesfam existen protocolos bastante estrictos para evitar contagios entre personas que se toman el examen, lo mismo en plazas y ferias libres donde el gobierno implementa la Búsqueda activa de casos”.

¿Por qué no un centro privado se exime de estas regulaciones o si las tiene, por qué no se fiscaliza su cumplimiento?

¿En cuántos centros médicos privados que toman examen PCR ocurre ello mismo? No puedo saberlo. Pero lo que sí sabemos es que por el tipo de servicio que se ofrece es un lugar con  un alto riesgo de infección.

¿Soluciones? Sería deseable que cada centro médico que cuente con pabellón de cirugía menor o mayor, tenga su propio procedimiento de PCR, esto limitaría el riesgo de desplazamiento y aforo. Y que exista una regulación estricta sobre aforos  en cada laboratorio o centro de diagnóstico donde realicen  PCR, segmentando de manera efectiva a personas con y sin síntomas. Recursos privados hay. La realización de exámenes PCR ha resultado ser un negocio muy rentable en otros lugares del mundo y no veo razones para creer que en Chile no ocurra lo mismo.

Cuando la pandemia hoy se encuentra sin control y presiona el aumento de test PCR exponencialmente,  la paradoja entre tomarte un examen o contagiarte en el intento debe evitarse más que nunca.




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