Cuando una tragedia ocurre, los magallánicos dicen que es por culpa de “la gente la mala del norte”, dando cuenta del malestar histórico con el aislamiento y desamparo en el que viven los hombres y mujeres del fin del mundo. Como olas de un maremoto, el COVID-19 ha impactado con fuerza ya dos veces al territorio más austral Chile. Primero llegó en cruceros y ahora por la industria pesquera, pero a diferencia de la primera vez, esta ola es mucho más grande. Entre el 21 de agosto y el 16 de septiembre, se reportaron 37 personas fallecidas, más del doble que en el mes de abril. Para científicos como Gonzalo Bacigalupe y Rafael Gonzalez ello muestra que quizás Magallanes sea la primera región en entrar en una crisis severa debido al plan Paso a Paso.
Como hemos aprendido en la pandemia, lo que sucede hoy es el resultado de acciones y decisiones tomadas semanas atrás. ¿Qué pasó en Magallanes? Intentamos dilucidarlo reconstruyendo la línea de tiempo, conversando una periodista local y con la ex subsecretaria de Salud (2006-2008) y mujer magallánica, Lidia Amarales.
En el territorio austral ha pasado de todo: la polémica renuncia de la Seremi de Salud, Mariela Rojas, tras las críticas públicas e inéditas del Ministro Enrique Paris hacia la gestión de su subalterna; el rápido contagio de parte de los integrantes de un equipo médico enviado desde Santiago especialmente para apoyar al servicio local y lo más grave, la violación de una técnico de enfermería en una residencia sanitaria.
Desde mediados de junio se comienza a hablar localmente de “el brote de las pesqueras”. Uno tras otro, comienzan a sucederse focos COVID-19 en trabajadores de distintas empresas, la mayoría de ellas unidas por una gran compañía matriz: Australis Seafoods, controlada por Isidoro Quiroga, un poderoso empresario de muy bajo perfil, apodado como “el zar de las aguas”.
La autoridad sanitaria detectó reiteradas violaciones de normativas de seguridad, como no respetar el distanciamiento, ni el uso de mascarillas. Posteriormente, trabajadores que dieron positivo, no acataron la cuarentena que se les impuso (en sus propios domicilios) y salieron a las calles mientras eran contagiantes. Se decretaron cierres, se levantaron sumarios sanitarios, que ahora están en Fiscalía, y la Intendencia amenazó con acciones judiciales que nunca prosperaron. La segunda ola del COVID-19 comenzó a extenderse hacia lugares tan remotos como Puerto Edén.
La misma Seremi de Salud en ese entonces, alertó desde el principio que “no queda duda que estamos enfrentando una nueva fase de contagios en nuestra comunidad y a que diferencia de los casos que ocurrieron en marzo y abril, estos últimos han sido en un alza más rápida. En menos de una semana alcanzamos más de 30 notificaciones diarias, acercándonos precipitadamente a las altas cifras que tuvimos en los peak de los meses pasados”
Pese a ello, como en el resto del país, no tardaron en aparecer los discursos para reactivar la economía, representando el impacto de las sanciones en la pesca artesanal.
La noche del 30 de agosto la violación de una técnico de enfermería por parte dos tripulantes de un buque factoría que cumplían cuarentena obligatoria en una residencia sanitaria en el centro de Punta Arenas, remeció a la región y al Ministerio de Salud. El hecho ocurría apenas 10 días después de la visita del Presidente Sebastián Piñera a la zona, cuando promulgó el nuevo Estatuto Antártico. Mucho antes, los trabajadores de la salud exigían mayores medidas de seguridad en las residencias sanitarias, que no contaban con guardia, dejando expuestas a las enfermeras y tens que cuidaban a los enfermos, mayoritariamente hombres. No hubo respuesta del Gobierno Regional, hasta la violación.
- La encargada de las residencias sanitarias en la región era la jefa de gabinete de la SEREMI. Se le pidió la renuncia, pero en vez de eso se tomó vacaciones, nos cuenta la jefa de crónica de La Prensa Austral, Elia Simeone.
La primera semana de septiembre, y ante el alarmante crecimiento de los contagios, el Minsal envió un equipo de salud compuesto por profesionales de la Posta Central y del Hospital San Borja Arriarán, para reforzar la atención. La medida fue aplaudida en la zona. Sin embargo apenas unos días después de su arribo, los miembros del equipo comenzaron a dar positivo por COVID-19.
Entre ellos, dos enfermeras que habían sido ubicadas en la misma habitación de hotel y el jefe de la Unidad de Pacientes Críticos de la Posta Central Alejandro Santander, quien escribió en su cuenta de twitter:
"Tras 6 meses en UPC Posta Central en contacto diario con múltiples pacientes Covid-19 jamás me contagié. Paso una semana en Punta Arenas y doy positivo. Mala suerte… no creo en eso. Creo debe investigarse si existe una condición local que facilite el contagio".
- ¿Entonces de qué sirven los sumarios sanitarios y las amenazas legales, si el trabajo de base no se hace? -, nos dice la periodista Elia Simeone, de La Prensa Austral.
Una región descabezada
La médica cirujana Lidia Amarales es nacida y criada en Punta Arenas. Estudió en el Liceo de Niñas y emigró a Santiago para estudiar medicina en la Universidad de Chile. Se convirtió en experta en enfermedades respiratorias y magíster en Salud Pública. En1980 regresa a Punta Arenas como pediatra y broncopulmonar infantil, y posteriormente ejerce seis años como Seremi de Salud de su región.
En 2006, es nombrada Subsecretaria de Salud y se queda en Santiago hasta abril de este año, cuando regresa a su tierra natal. Estando allá dio positivo por COVID-19. Ya está recuperada, por lo que habla desde su experiencia profesional y personal.
A pesar de su currículum y extensa experiencia en Salud Pública a nivel nacional y regional, en estos meses, Amarales nunca ha sido convocada para apoyar en la crisis sanitaria de Magallanes.
- Ni siquiera existe una Mesa COVID regional. Hubo una al principio, pero cuando se superó la emergencia de la primera ola, la disolvieron. Ahora hablan de la necesidad de reactivar una mesa intersectorial - dice Lidia Amarales
- Como ha pasado en Europa y ahora ocurre en Chile, las olas de contagio continuarán mientras no exista una vacuna. En cada ciclo, cuando se acaba una cuarentena, gente que no ha desarrollado inmunidad entra en contacto con grupos que ya lo hicieron y quedan susceptibles a contagiarse cuando nuevamente aparece un foco. La Inmunidad de Rebaño que se instauró en la gestión de Jaime Mañalich apunta a eso, a que la población se vaya contagiando hasta completar el 100% de infectados. Para llegar a las cifras que tenemos en Magallanes, tanto de incidencia como de mortalidad, a todo esto se suma el mal manejo de las autoridades locales
- ¿Mal manejo en qué exactamente?
- Varias cosas, dentro del contexto político, en la mitad de esta segunda ola, renuncia la SEREMI de Salud y estamos absolutamente descabezados con respecto a la autoridad sanitaria. La SEREMI y el Gobierno Regional son los responsables de las políticas públicas, los que deberían manejar la situación sanitaria de la región. En este momento llevamos casi un mes sin autoridad sanitaria, hay un subrogante, pero no es miembro del gabinete regional donde se toman las decisiones.
Segundo hay una falta de presencia absoluta tanto el Gobierno Regional como de los gobiernos municipales. Porque si estamos hablando de una pandemia el manejo sanitario requiere atender los determinantes sociales. Hay un concepto sanitario que se llama “salud en todas las políticas” aquí los determinantes sociales y económicos han sido fundamentales para el desarrollo de esta pandemia, es decir cuando tenemos una población que necesita salir a trabajar que no tiene sustento económico para mantenerse si uno no tiene esa mirada de cómo las personas van a recibir su sueldo o cómo se van a desplazar de un lado a otro, quiere decir que no sabemos de salud pública y no podemos hacer un buen manejo.
Como ejemplo, la doctora Amarales se refiere a la gran cantidad de permisos que se dan, lo que hace que la cuarentena no sea efectiva.
- No tengo las cifras, pero lo que sí hemos visto en Magallanes es que hay un aumento exagerado de permisos que se dan diariamente, lo que significa que la gente se está movilizando. Estas regulaciones dependen de los gobiernos locales o regionales, cosa que no vemos.
- Cuando partió esta segunda ola - dice Amarales - los focos primarios fueron absolutamente claros en las pesqueras. Y a los trabajadores con PCR+ no se les hizo la trazabilidad, seguimiento ni aislamiento suficiente. Se les dijo que hicieran cuarentena en sus casas y no obedecieron y de ahí se produjo el contagio masivo. Si sabíamos que esas personas no iban a cumplir por condiciones sociales, económicas o culturales, tenían que haberlas colocado en residencias sanitarias, no esperar que cumplieran.
Para la experta, las cifras de contagios que se informan, versus el proceso normal que tiene este virus tampoco cuadra:
A mí me llama la atención que actualmente tendríamos 203 casos nuevos. De ellos 155 son con síntomas y 48 sin síntomas. Y usted sabe que el 85% de los casos COVID-19 es asintomático o con pocos síntomas y sólo el 15% tiene síntomas severos. Entonces los datos -155 con síntomas y 48 sin síntomas o con síntomas leves- no calzan en absoluto. Y eso significa claramente que la trazabilidad no se está haciendo o la están haciendo mal.
- Aysén acaba de dar un gran salto en contagios y una de las explicaciones es que se acaban de sumar 300 test PCR+ atrasados ¿eso ocurre acá también?
- Por el contrario, una de las ventajas que hemos tenido es que nosotros tenemos laboratorio de PCR propio y tengo entendido que se estaban demorando entre 24 y 48 horas a lo sumo en entregar los resultados. Y eso muestra de nuevo que no tenemos la trazabilidad suficiente, porque teniendo un diagnóstico precoz esas personas y sus contactos deberían ponerlas de inmediato en aislamiento.
Cuando se contagió de COVID-19 en abril, la doctora Amarales trabajaba con dos personas más.
- Ellas fueron al Servicio de Salud para hacerse el test PCR y las enviaron a su casa porque no tenían síntomas, lo que demuestra que parte de la trazabilidad no se hace. Cada enfermo, sintomático o asintomático, contagia a dos o tres personas más.
- En su experiencia, ¿qué medidas recomendaría en este momento en la región?
- Que exista una cabeza política clara, que haga el manejo; una mesa intersectorial que funcione y una autoridad sanitaria presente y empoderada y no un funcionario que probablemente tenga capacidades, pero la SEREMI de Salud es una autoridad sanitaria y política que tiene que trabajar en conjunto con el gobierno regional y tener una mirada de cuáles son los determinantes sociales que llevan a que se mantenga la circulación de la gente a pesar de estar en cuarentena.
- Y lo otro es que súper importante el papel que juega la Atención Primaria de Salud, que fue completamente dejada de lado en la gestión de Mañalich. La APS es fundamental, porque conoce al 80% de la población y no sé hasta qué punto en este momento se le ha dado el rol que le corresponde.
- La SEREMI renunció el 23 de agosto pasado ¿por qué cree que aún no se ha designado su reemplazo?
- Mi impresión es que hay razones de política partidaria para que aún no se haga el nombramiento. No nombrar una autoridad sanitaria aquí en Magallanes tras cuatro semanas y en plena segunda ola me parece impresentable.
Lejos de la gestión directa en salud, la doctora Lidia Amarales se mantiene constantemente informada a través de la prensa local. Esta entrevista se realizó el 21 de septiembre alrededor de las 18:00 horas. Mientras conversábamos, se anunció la destitución del Intendente de la Región de Magallanes, José Fernández.
- Mire, noticia en desarrollo, acaba de aparecer que sacaron al Intendente mientras le estoy diciendo que aquí no hay cabeza regional. Ahora no tenemos Mesa COVID, SEREMI, ni Intendente.
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